Laura F. Gibellini

Una roca cambia demasiado despacio como para percibir sus mutaciones. Igual, pero al revés, una nube transcurre por el cielo demasiado deprisa como para analizar sus cambios. A partir de esta constatación, frustrante, producto del impacto entre la caprichosa temporalidad de las transformaciones y la obsesión de representar lo irrepresentable, se edifica la Dèria de Laura F. Gibellini, una dèria que la artista lleva tiempo explorando.

Laura F. Gibellini es capaz, como muchos mortales, de encontrar un placer extraño en el fluir del agua; en el transcurrir de una nube; en la observación de la perturbadora solidez de una piedra. Su fuerza, su consistencia o ligereza, su condición. Pero su condición de teórica del dibujo lleva este placer tres pasos más allá. Teoría, intuición y práctica se concentran con un solo objetivo en el trabajo más reciente de Laura F. Gibellini: la reproducción de lo irrepresentable, o más concretamente, la investigación sobre cómo pensar y acercarse a aquello que, por carente de imagen/ imágenes estables, puede resultar (im)pensable.

Gibellini observa analíticamente para mostrar lo que todavía considera “anotaciones”, apuntes para una conclusión final que no tiene por qué llegar; muestra y estira este análisis en cada uno de sus trabajos, a menudo estrictamente pictóricos, pero no solo; expone estadios de su investigación, pero no conclusiones.

El punto de partida es la intensa necesidad de representar el mundo, un mundo que es distinto con cada visión que de él se tiene, y con cada representación que de él se hace. Doctora en bellas artes, artista e investigadora, Gibellini trabaja variedad de  disciplinas como el dibujo, el video, el site-specific o la escritura, centrándose en la noción del lugar y la reflexión en torno lo que supone el habitar el mundo.

En la quinta exposición del ciclo Dèria, Laura F. Gibellini dibuja sobre pared de la Capella de Sant Roc, y lo hace en los cinco colores básicos que definen su obra y que está aplicando (recientemente) a casi todo: también las series de dibujos en papel siguen el mismo esquema. Pero el tono y el matiz se ajusta al croma de la Capella de Sant Roc, que matiza en pigmentos hechos expresamente para Escapes y Dèria.

Los dibujos de Gibellini se nombran a partir de los colores que precisamente, los hacen escapar hacia representaciones y paisajes (landscapes) distintos. En cada uno de ellos, un nuevo mundo se abre paso, plasmando un momento específico del análisis de lo que la artista percibe en lo imperceptible. Representaciones de nubes en un instante preciso, olas, horizontes. Gibellini toma Capella de Sant Roc y unas paredes que, tras mucho tiempo, pierden el blanco de su condición de recipiente para volverse, ellos mismos, continente, transmisoras de obra, sujeto de atención.

Además, las geometrías que obtiene de los propios elementos naturales que registra y de los que “toma notas”, (como las líneas rectas o diagonales en las que se convierte la nieve por efecto del viento) le sirven en sus dibujos e investigaciones presentes.

Laura F. Gibellini hace un uso deliberado del dibujo como elemento básico de ordenación del mundo, de representación de lo real. El dibujo es previo a la escritura, a la pintura. El dibujo es esquema mental, estructuración, representación (y configuración) de lo objetivo y lo subjetivo, el elemento más básico y primigenio de visualización. “Dibujando, acaso, mantenemos abierta la posibilidad de llegar a algo” (Laura F. Gibellini).

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